El águila imperial ibérica fue identificada como especie en 1860 por el famoso naturalista alemán Christian Ludwig Brehn y recibió el nombre científico Aquila Adalberti en honor al Príncipe Adalberto de Prusia, personaje que financió las exediciones de Brehn a España.

Sus características morfológicas se definen entre otras por u robusto pico, fuertes garras, gran tamaño y plumaje de los jóvenes muy diferente al de los adultos. Concretamente pasan de un color pardo-rojizo entre los jóvenes volantones a un amarillo pajizo durante sus dos primeros inviernos que deriva en un damero donde se le entremezclan las plumas bicolores.

Finalmente el ejemplar adulto- a partir de los seis años- es oscuro con unos destacados y característicos hombros blancos.

Esta versión de la denominada Reina de las Aves por Júpiter, es endémica de la Península Ibérica y se localiza casi exclusivamente en Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Madrid. Desde hace unos años han vuelto a criar en Portugal.

Su alimentación básica son los conejos. Por este motivo los esfuerzos se centran en tratar de recuperar la población de los mismos que tan duramente ha sido castigada con enfermedades en los últimos años.

Sin embargo también cazan otras aves medianas y pequeñas- patos, perdices, palomas, arrendajos, urracas… y lo que es importante algunos animales enfermos, contribuyendo así la buena salud de sus poblaciones.

Es también una especie carroñera, lo que significa que la actividad cinegética le proporciona importantes recursos alimenticios durante la temporada de caza invernal.

Estas aves comienzan a reproducirse a partir de los 3 o 4 años y una vez que se emparejan lo hacen para toda la vida. Construyen más de un nido cada año eligiendo al final el árbol más adecuado, aunque generalmente no cambian de zona.

Tras unos espectaculares cortejos nupciales durante el celo- a partir del mes de diciembre- se dedican a incubar sus huevos, normalmente dos o tres, que habrán puesto entre el 21 de febrero y el 20 de marzo. Atienden devotamente a los pollos que cuando están preparados para iniciar el vuelo por si mismos al llegar el verano, permanecen en la zona, y durante unas semanas siguen siendo alimentados fuera del nido, hasta su independencia cuando cazan sus propias presas.

Es este un momento muy delicado porque la dispersión, obligada, les conduce a otros territorios quizás menos seguro, peor dotados de recursos alimenticios y sujeto a peligros tan graves como los venenos o la electrocución.

Hace algunos años estuvo al borde de la extinción pero su elevada fertilidad y la buena gestión de los hábitats en donde campea están teniendo excelentes resultados en su recuperación. En los años setenta se censo la población en toda la península ibérica en unas 50 parejas mientras que en 2015 ronda las 500 parejas.

Los mayores peligros que acechan a esta especie son en primer lugar la escasez de conejos, es decir los recursos alimenticios, luego la electrocución pero también en veneno, y afortunadamente cada vez menos los disparos de desaprensivos.

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ENTIDADES COLABORADORAS: Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, Fundación Patrimonio Natural, SUCUM, Real Club de los Monteros, Safari Club Internacional Castilla Chapter